Hola maravilla... Sólo pase a saludarte pues te sigo recordando con tanto cariño como siempre, la vida no nos dio la oportunidad de despedirnos como hubiera deseado; sin embargo sigues presente en mi pensamiento y recuerdo cada instante que estuvimos juntos de una manera tan especial, aquella conexión tan nuestra que creamos siempre que estuvimos juntos ¿recuerdas?
¿Recuerdas la primera vez? Yo no hago más que recordarlo en cuanto tu presencia oscurece mi mente, creando una distorsión del tiempo en donde puedo regresar en él. Fue una mañana de enero, el cielo estaba nublado, el calor era prácticamente inexistente haciendo que nuestros cuerpos necesitaran algo que nos cubriera la piel a fin de combatir el frío. Ya habíamos tenido la oportunidad de vernos anteriormente e incluso me atreví a robarte un beso en el carro la última vez que te vi, mismo al que respondiste de forma positiva dejando que fuera largo, pudiendo disfrutar ambos de nuestros labios, sintiendo la forma, saboreando un poco las lenguas y separándonos con un suspiro como si quisiéramos aspirar el ser del otro en nosotros.
A pesar de no saber exactamente donde vivías; una de mis cualidades, es ser bueno con los detalles y poder ver lo que quiero dentro de la plática con las personas; por lo que pude saber tu dirección exacta a través de ti misma. Era tu día de descanso, busqué tu casa hasta encontrarla y de pronto, ahí me encontraba en la puerta de madera que me daba la bienvenida con un tapete alegre sobre el suelo. No te avisé que iría por lo que sería una sorpresa, me acerqué y vi a través del cristal tu silueta figurarse a lo lejos dentro de la casa; osadamente abrí la puerta que habías dejado sin candado y entré cual vil ladrón dispuesto a tomar de ti lo que fuera necesario.
El pasillo para llegar a ti me pareció enorme, ahora podía verte completa: tu piel morena emanaba una luz especial ese día, quizá me daba esa impresión por la cantidad de químicos que mi cuerpo desprendía debido a la emoción del momento; la casa era cálida por lo que el frío de afuera no era factor en ti, así que cubrías tu desnudez con una sudadera negra y ligera a la cintura que daba autorización a tu abdomen para que pudiera ventilarse libremente y tu tatuaje en la espalda baja me sonreía pícaramente invitándome a plantarle una mordida. Cubriendo tus largas piernas llevabas puesto un pants travieso ajustado a la cadera que hacía juego con la sudadera, dejando ver el borde de tu sensual tanga blanca. Mientras más me acercaba era más impresionante ver tu 1.70 de altura que combinada con tu esbelta figura hacían de ti un ser impresionante.
Me acerqué a ti por la espalda, rodeando con mis manos la parte desnuda de tu cuerpo acercándote a mi para poder besarte el cuello. Como un choque eléctrico tu cuerpo contestó con un espasmo seguido por un grato movimiento de cadera para acercarte más a mi. Te volteé para poder besar tus labios gruesos y poder ver tus hermosos oscuros ojos; me quedé clavado en tu mirada eterna que me veía con aprobación, pude ver tu rostro afilado, tus labios carnosos y boca grande; no pude contenerme más y te besé mordiendo levemente tus labios, mientras mis manos te pegaban más a mi, me rodeaste con tus brazos apretando mi espalda como si quisieras quedarte en ella.
Te llevé al sillón de la sala, me recosté con las piernas abiertas y te sentaste con tu espalda en mi pecho; nos disponíamos a ver la tele pero tu cuerpo estaba tan caliente que no podía dejar de tocarlo; bajé el cierre de la sudadera para poder ver más de ti, tu top blanco entallado sin mangas se amoldaba perfectamente a tu breve cintura de igual manera acentuaba tu hermoso par de tetas, pasé mi mano debajo de la tela para poder tocarte mejor, tu pecho desprendía un calor excitante y mis manos se metieron en tu escote para poder jugar con tus lolas mientras tu respiración se hacía más profunda y tus ojos se cerraban placenteramente.
Nos levantamos del sillón, me arrastraste a tu cuarto para tirarte en la cama mientras nos besábamos. Bajé por completo el cierre de tu sudadera y te la quite violentamente, de la misma manera me abalancé a tu cuello con mis manos recorriendo tu espalda, mi mano derecha enganchó el borde de tu tanga jalándola en círculos para que la tela estimulara tu sexo, nos movíamos en una danza meneante y placentera. Mi mano izquierda jugaba con tu seno izquierdo y mi mano derecha bajó a tu humedad; estabas tan mojada que tu tanga estaba manchada, tu clit erecto te complacía cuando mis dedos lo rozaban; deslicé un par de dedos hacia tu bella cavidad sacando un gemido de placer proveniente del interior de tu ser, mis dedos jugaban lentamente en círculos dentro de ti y tu humedad se escurría en ellos.
Bajé el rosto a fin de poder saborear los líquidos de tu interior; suavemente fui bajando el pants de tu cadera dejando la tanga en su lugar, hice a un lado la tela de ésta para poder explorar con mi lengua; mis manos subieron a tu pecho mientras me hincaba en el suelo; tu respiración era agitada con tu piel erizada, mordí tus ingles y muslos, subí a tu vagina para abrirla con la lengua pasando y recorriendo tus labios mayores, yendo un poco más profundo a tus labios menores saboreando cada esencia de tu humedad, metí mi lengua en ti para después subirla al combate final con tu clit que estaba tan hinchado que parecía querer reventar.
Estando ahí mi lengua peleaba con tu clit mientras tu cuerpo se estremecía curvándose, tus manos tomaron mi cabeza dirigiendo el movimiento tomando la batuta de tu sinfonía final para iniciar el climax; metí mis dedos en tu mojada boca, los mordiste y recorriste con tu lengua tan desesperadamente como si quisieras quedártelos para ti; los bajé e introduje nuevamente en ti mientras mi boca seguía besando tu sexo, probando cada sabor que emanaba de ti, mis dedos entraron suavemente mientras meneabas la cadera para acomodarlos según tu propio deseo. Adentro ellos buscaban en tu interior anhelosamente aquél botón mágico que podría provocar el big bang de tu ser, tras una breve y placentera búsqueda encontraron su objetivo en línea con tu ombligo debajo de tu pelvis, estando ahí se dispusieron a hacer su trabajo masajeando en círculos y cada vez más fuerte; tu respiración era casi un grito tus "mhhhh" se convirtieron en "Ah ah ah ah"; mi lengua se esforzaba vencer a tu clit en esa pelea que se inclinaba severamente hacia mi y mis dedos seguían su frenético trabajo, tu cadera generaba un movimiento oscilatorio según tu conveniencia y tras unos instantes la magia surgió. Tu cuerpo expulsó un manantial proveniente de tu interior acompañado de un grito de placer mientras tus manos jalaban violentamente mi cabello y tu cuerpo creaba deliciosos espasmos, apretando mis dedos dentro de ti.
Dejé que descansaras por un minuto para que recobraras el control de ti misma, después te volteé sobre la cama pegando tu pecho al colchón y debajo de tu cadera acomodé una almohada construyendo un bello puente que expandía tus nalgas, dejando ver perfectamente la forma prominente de tu V. Tras recorrer tu espalda con mi lengua erizando el camino por el que pasaba llegué al borde de tu trasero mordiendo cada una de ellas y jalando tu cabello para crear una curva con tu cabeza; deslicé mi lengua por el camino que se presentaba ante mi y mojé tu ano con mi lengua recorriendo los pliegues, levantaste más tu cadera abriendo tu vulva para poder volver a introducir mi lengua y recorrerla completa, seguí bajando sobre tus muslos mordisqueando cada uno de ellos, me quedé entretenido detrás de tus rodillas succionado lentamente de ellas con mis manos recorriendo tus muslos para seguir con tus pies; seguí bajando hacia tus pantorrillas hasta llegar a la planta de tus pies con la lengua mientras mi mano se metía nuevamente en ti para presionarte por dentro sobre la almohada.
Volvió la danza circular de tu cuerpo con mis dedos en ti y mi boca volviendo a subir por tus piernas, meneabas de arriba para abajo y presionaba tu espalda baja con mi mano izquierda. Levanté tu cadera para darle la revancha a tu clit con mi lengua, de vez en cuando descansaba mordiendo tus ingles, de ti emanaba cada cierto tiempo un líquido maravilloso, tus gemidos de placer eran intensos, mi mano escurría de ti; seguí presionando y esta vez tardaste menos en llegar al punto explosivo que creó una cadena de reacciones de tu cuerpo, volviste a explotar con un nuevo grito de placer y tu cuerpo volvió a presentar espasmos de placer. Te pegué de nuevo a la almohada, tu cuerpo quería quitarme pero yo era amo de ti, la posición me daba la oportunidad de controlarte completamente así que sometí tu espalda a que se quedara pegada al colchón y me senté en tus muslos para que no te pudieras mover; seguí con mi mano dentro de ti presionando hasta que te saqué tres orgasmos más y me pediste que parara un momento pues no podías más.
Me levanté para recostarme a un lado tuyo, con las piernas temblorosas te pusiste de pie, bajando sensualmente tu tanga aventándola hasta el otro extremo de la habitación, dejándome ver tu preciosa cadera, todavía tenías puesto el top blanco ajustado y creabas una imagen magnífica que sigue presente en mi mente; tomaste con tus manos mi rigidez sobre mi bóxer de lycra que ajustaba perfectamente mis piernas, cadera y nalgas. Te proponías a bajarlo para realizar lo que siempre he querido imaginar como una excelente felación; pero alguien tocó bruscamente tu puerta llamando tu nombre. Subiste a darme un beso en la boca rápido que apenas si pudimos disfrutar, busqué mi pantalón y me lo puse, tú como un rayo tomaste tu pants y sin ropa interior te lo pusiste, pude ver ajustado cada parte tuya que había disfrutado con mi boca, te pusiste la sudadera medio cerrando el cierre. Te saliste de la habitación con tus piernas aún temblando cerrando detrás de ti la puerta.
Me quedé ahí solo con el olor de tu ser en mis dedos, el sabor de ti en mi boca, tu humedad en las sábanas y mi erección buscando un culpable. Cerré los ojos un momento recordando la última media hora que había transcurrido, recordando la relatividad del tiempo que había pasado excepcionalmente rápido; esperando que pasara igual para poder volver a tenerte conmigo. Tras los veinticinco minutos que duró tu visita salí de la habitación y me despedí de ti, pues ocupaba mi tiempo otras necesidades en ese justo momento. Un beso largo y placentero fue lo que dio fin a aquél día que te tuve.
...¿Recuerdas?